Descartes afirmó que los sentidos nos engañan, por lo que no es conveniente confiar en ellos. Pero yo afirmo que los que nos engañan, son los sentimientos, por lo que no es conveniente confiar en nadie.
¿Qué importa que los sentidos (la vista) no nos permitan ver (en un determinado momento) cómo es un lapicero? Lo realmente importante es saber que los sentimientos no nos quitan la visión parcialmente, sino que nos ciegan por completo, nos hacen pensar, imaginar e incluso sentir, actos y palabras de otra persona, de diferente manera. Nos hacen ver e interpretar las cosas a nuestro modo, de forma que seamos más felices. El problema llega cuando abres bien los ojos y ves la realidad. Te das cuentas de que esos pequeños detalles, pese a que no sean gran cosa, siempre son importantes y sobre todo que si faltan, duele mucho. Y como lo real no se parece en absoluto a todo lo que tu habías construído, es justo en ese momento cuando te das cuenta y se acaba tu felicidad.
Para evitar estas situaciones, lo más recomendable es separar las palabras de los actos, al fin y al cabo, las palabras van en un segundo plano, como se suele decir "se las lleva el viento" y los actos, requieren (como mínimo) un intento y un esfuerzo.


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